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lunes, 16 de marzo de 2009

Ruido.

Por fin, a tenor de la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Barcelona contra la dueña de un PUB, parece que al exceso de ruido se le empieza a dar la misma consideración de peligro para la salud que a la contaminación ambiental y a los vertidos incontrolados.

Pero me temo, que como todas estas cosas, no sea más que una traca, unos fuegos artificales para que los ciudadanos ilusos nos convenzamos de que la administración está haciendo algo al respecto.

Creo que a esa buena (o mala) señora le ha todaco el triste papel de cabeza de turco para que alguién que necesita justificar su cargo y su sueldo pueda demostrar a sus superiores que se está haciendo algo al respecto.

Ojalá esta dinámica siga su curso y todos los baretos, pubs, prostibulos y locales de alterne sin licencia, disimulados entre el barullo de las ciudades grandes y medianas, que amargan la vida de los vecinos hasta altas horas de la madrugada tengan una razón para echarse a temblar, pero me temo que más bién lo que están haciendo en este momento es respirar hondo porque el hecho de ser el cabeza de turco le ha tocado a otra.

O acaso no recordamos aquel célebre juicio que condeno a varios años de carcel a un empreario catalán, cuyo nombre no recuerdo, por vertidos ilegales en un riachuelo.

¿Ha servido aquella condena ejemplar para limpiar nuestros rios?

¿Se ha condenado a alguien más?

Creo que estas condenas aunque merecidas, al ser hechos totalmente aislados, solamente sirven de parche y en la vida real tienen la misma utilidad que el protoco de Kioto, o sea ninguna.

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